Queridos amigos y lectores:
Algunos me preguntaron si era cierto lo del robo electoral del cual participó Galaverna en perjuicio del ganador de las internas coloradas, el Dr. Luis María Argaña, que mencioné en mi mensaje anterior, y si la frase que cité, fue la misma que dijo este caradura confesando tal delito en Radio Ñandutí.
Les contesto de la siguiente manera:
1. Pongan en Google: GALAVERNA ESTUPIDEZ ELECTORAL, y tendrán muchos títulos cuya lectura les permitirá acceder a increíbles detalles sobre la costumbre violatoria de leyes, que caracteriza a este individuo. Es increíble la conducta delictiva de este hombre. Pero más increíble es que siga impune y en libertad, para seguir "predicando" patriotismo y democracia.
2. Lean lo que dijo, años atrás, el periodista González del Valle, referente a este gravísimo asunto, en su artículo que lo copié parcialmente de Internet: me limité a copiar SOLAMENTE LAS FRASES RELACIONADAS CON EL DELITO DE GALAVERNA.
Pero, ojo: si el delito no prescribe, este zángano de la política, descrito por el citado Doctor Argaña con la frase: "Ladrón de galletas, yerba y fariña" será juzgado por un gobierno de verdad, en el cual exista Justicia, y haya gente honesta en los tres Poderes.
Hubo Mandatarios que se fueron a la cárcel, después del juicio que se les promovió al término de su mandato.
La misma suerte debe correr Galaverna.
Observación: Yo me permití resaltar los pasajes más significativos de este artículo.
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¿CUÁNDO PRESCRIBEN LOS DELITOS?
Alcibíades González Delvalle
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En
periodismo hay un principio según el cual los hechos que dejan de
publicarse no existen.
El crimen es perfecto cuando nadie ha podido dar con los autores. Pero una vez reconocidos –en las novelas policiales y en la vida real– se procura que vayan a la cárcel.
El
juez Oscar Delgado, para enterrar el delito de fraude electoral
cometido por el senador Juan Carlos Galaverna en 1992, en las
internas del Partido Colorado, sentenció que había prescripto “a
los dos años de haberse cometido”.
De
acuerdo con el sentido común, el delito para la justicia debería
existir recién desde el conocimiento del mismo.
Pero
como el sentido común no sirve para estas cosas, fijémonos en
documentos más serios. Por ejemplo, en los de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, conocida como el Pacto de San José,
del que nuestro país es signatario. De acuerdo con este instrumento
–ignorado por el juez Oscar Delgado– el delito de Galaverna no
prescribe porque atenta contra los derechos humanos. Leemos en el
artículo 23.1: “Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes
derechos y oportunidades (...) “votar y ser elegido en elecciones
periódicas auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y
por voto secreto que garantice la libre expresión y la voluntad de
los electores...”.
Galaverna
dijo, en la citada emisora (Radio Ñandutí): “Recordábamos lo de 1992, en que sí,
sí soy parte de los responsables de esa estupidez que hicimos en la
manipulación de los resultados electorales”. Esa “estupidez”
no fue, como lo quiere el juez Delgado, contra Luis María Argaña
solamente. Fue contra más de 200 mil ciudadanos que confiadamente
depositaron sus votos por una opción partidaria. Esa “estupidez”
fue más allá todavía. Si no le hubieran robado la victoria,
seguramente el país no habría asistido horrorizado ante el
magnicidio que tuvo por víctima al Dr. Argaña.
Alguien
que conoce de leyes, el Dr. Julio César Vasconcellos, no dudó en
decir (ABC del martes pasado) que “los delitos electorales son
imprescriptibles”. Dijo más: “...es natural que un magistrado
judicial como Oscar Delgado haya archivado el caso a pesar de la
confesión de Galaverna de haber sido uno de los responsables de
adulterar el resultado de las votaciones coloradas en 1992...”.
¿Por
qué “es natural que un magistrado judicial como...”? Porque, al
decir del Dr. Vasconcellos, “la mayoría (de los jueces) responde a
las instrucciones que reciben de los políticos y se pone precio a
sus sentencias...”.
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Cordiales saludos:
Dr. Francisco Oliveira y Silva.
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